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jueves, 26 de marzo de 2009

Un tropezón

Esta semana ya debería estar pesando 64.

La dieta que sigo estipula la bajada entre ½ kilo a 1 kilo por semana o cada diez días. Y yo sigo clavada a los 65, por que será?

Solo hay una respuesta y no puedo mentir a nadie porque la balanza (váscula como se dice aquí) es la prueba de fuego.
Esta semana hice todo mal y los resultados lo demuestran.

Estos días fueron complicados para seguir la dieta. Puedo dar ochenta mil razones pero la principal es que pasé por un momento en que nada me importó. Me daba exactamente igual todo y tuve un ataque de rebeldía. Quien dice que solo se puede ser rebelde en la adolescencia?

¿Cómo es la mente, no? Porque con solo probar el postre (un rico tiramisú) en una comida de trabajo en un lindo Restaurant, saltaron todas las alarmas de las papilas gustativas y una cosa llevó a la otra, haciéndome saltar varios días la dieta.

Cuando una se encuentra en esa situación hay 2 caminos a seguir: el primero es resignarse y el segundo es quemar más calorías para compensar.

Y cual tomé yo? El primero. No tenía ganas ni fuerza de voluntad. Desconecté de todo.

Por suerte, esto duró unos días y enseguida volví a cruzar de vereda (acera se dice en España) y ya estoy de vuelta al ruedo con energías renovadas.

A pesar de mi corto-circuito mental, no subí ni bajé de peso, porque cuando volví a conectar con la realidad y mi meta de bajar de peso, decidí compensar esos días de exceso comiendo solo fruta y tomando mucho líquido.

Como sigo un plan nutricional y además pago por ello, obviamente no me hace mucha gracia saltearme comidas principales y reemplazarlas de esta forma, pero creo que me funcionó.

Como dicen por ahí: un tropezón no es caída, pero como cuesta sobrellevarlo....ufff!